Cada 5 años nuestra economía sufre un ajuste, una “pequeña” adaptación que permite al banco central obtener un PIB más cercano a la realidad.
Tanto que hablamos del PIB real y nominal, hoy nos golpea un ejemplo, el cambio en el año base del PIB. Es decir, la herramienta para el cálculo del PIB real sufrirá su 6to cambio de la historia.
El actual año base es el 2003, hoy el banco central trabaja para su modificación al periodo del 2008.
¿Dónde radica la importancia de este cambio? La respuesta es clara, el ajuste, la corrección y ver de más cerca la realidad.
Con un nuevo año base nos encontramos con otros valores, similares, cercanos pero definitivamente diferentes.
El informe de política monetaria nos informaba que el crecimiento de este año, oscilaría entre los 6,25% a 6,75% , dibujando una sonrisa al Gobierno por mantener aquella promesa.
El problema está en las nuevas ponderaciones que nos entrega el año 2008. Al tomarlo como nueva base, traemos las relaciones de aquel periodo, sus problemas, conflictos y aciertos.
Las ponderaciones cambian en cada periodo, en 2003 tenemos una participación de la minería por algo así de un 8,5%, con el nuevo año base (2008) esta cifra asciende a casi un 20%.
Si bien esta expansión no ocasiona el mal, el problema comienza al revisar cifras y percatarse que la producción de cobre va en franca baja y en constante aumento de precio.
Esta relación nos da un augurio, a Chile le será más difícil crecer, en el papel claro.
Al tener mayor participación en el nuevo año base y tener esta baja en la producción, el cobre afectará casi 4 veces más al PIB real.
Con estos cambios, la estimación del crecimiento debería variar y anotarse a la baja por los cambios en ponderaciones. Incluso el presupuesto del Ministro de Hacienda debería ser revisado, para ver si sus expectativas iban en ese camino.
El cambio de base es necesario, no gustoso ya que trae sorpresas y en economía no existen alegres.
Al final el cambio tiene más trascendencia política que “burgués”, economistas, empresarios e inversores en general, están al tanto de esta información y entienden el dibujo. Comprenden (no gustosamente) lo necesario de este ajuste y el maquillaje que viene, con la modificación del año base.
Ahora, al votante promedio, ¿Se le podrá explicar estos cambios sin que se cree algún escenario maquiavélico? La respuesta es si, pero de igual manera jugará en contra del Gobierno. No acuso la inteligencia del votante, pero si su disposición, donde es más fácil culpar al Gobierno por no mantener su promesa de crecimiento, a tomar los años base y hacer las comparaciones pertinentes
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